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La intensa mirada del Corona virus; una pandemia que intenta llevarse nuestras sonrisas.

Luego de ver con nuestros propios ojos la imparable evolución del virus Covid19, comenzamos a vivir en un ambiente gris, con rostros tristes, sin besos, abrazos, apretones de manos, carcajadas, salidas con colegas o parejas, charlas en plazas o cafés, entrenamientos físicos, o reuniones con compañeros en el trabajo.


Así es como muchas de las PEQUEÑAS COSAS DE LA VIDA COTIDIANA Y RUTINARIA QUE TENEMOS, poco a poco, empiezan a desaparecer de nuestra diaria, y cada vez vemos más lejana su vuelta. Vivimos durante un largo tiempo sin poder darnos cuenta que lo importante vibra constantemente ante nuestra mirada, pero no así ante nuestra conciencia, quien siempre se mantiene ocupada con temas que ocurrieron ayer o que vendrán mañana, y la cual pocas veces ocupa de su tiempo en lo que está sucediendo ahora, hoy, en este instante; en ese beso, ese abrazo, ese apretón de manos, ese entrenamiento, ese tiempo con colegas o parejas, y ESAS MÍNIMAS COSAS DE NUESTRA RUTINARIA VIDA QUE NO LOGRAMOS RECONOCER, que son algo mas de nuestra diaria, pero cuando no están, no solo las extrañamos, sino que también logramos ver la importancia de tenerlas diariamente.


La aldea capitalista y globalizada se encuentra completamente arrollada por la cruda realidad; no hay viajes, vacaciones, compras, negocios, óseo o festejos; no existe la planificación. Es como si hubieran puesto en pausa nuestras vidas, para esperar “ALGO”, que nadie puede asegurarnos de que se tratará. Sumergidos ante una gran sensación de incertidumbre, intentamos imaginarnos, sin datos certeros, que todo pronto acabará.


Como humanidad, se nos presenta una gran oportunidad de saber aceptar una realidad que es más poderosa que nosotros mismos como especie. ¿Lo bueno? Estar abiertos a recibir señales o descifrar mensajes. Darnos cuenta que se nos ha abierto un portal con múltiples oportunidades, dos de las cuales podrían ser tan simples como aprender a agradecer que hoy, y solo por hoy, estamos vivos y sanos, o bien, la imposibilidad, por fuerza mayor, de pensar en el mañana (algo que nos quita el sueño a la gran mayoría de nosotros); eso significa, vivir y pensar únicamente en hoy, tal como lo hacía la humanidad siglos atrás, o bien, en la actualidad, practicantes de filosofías de vida con energías puestas únicamente en el ahora. Ojalá, aunque sea un mínimo porcentaje de la humanidad, sepa captar el lado positivo, el vaso medio lleno, o la luz al final del túnel; eso ya sería suficiente para crear un cambio de conciencia brutal a nivel global, aprendiendo así, a vivir más en paz para con uno, como para con el prójimo, disfrutando de cada instante como un momento mágico, único e irrepetible.


Ese estado de trance en el que muchos nos encontramos, podría llegar a ser la salvación que a tantos nos cuesta encontrar. Dentro del gran dolor que nos acecha, el universo nos presenta una nueva oportunidad de optar por el buen sendero, y caminar hacia un lugar mejor, con mayor consciencia en el ahora, en lo que somos y en lo importante de vivir. Tenemos la oportunidad de demostrarnos que somos seres verdaderamente humanos, con lo que moralmente eso significa; frágiles, sensibles, generosos, sinceros, protectores y predispuestos a salvarnos, acompañarnos y ayudarnos entre nosotros.


Respetemos las indicaciones y no dejemos de pensar en positivo; aún hay esperanzas, aún hay gente que lucha diariamente por la vida del prójimo y la propia. Juntemos nuestros deseos y soñemos que esta pesadilla acabará y el final feliz llegará.


Aún estamos, aún seguimos siendo vida

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