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#LunesPolítico ¿El nuevo virus desmantela las consecuencias del viejo virus?



Se quien soy, no importa como me llamo…


Y un día la humanidad se puso de rodillas ante un enemigo “desconocido”, quizás nacido de la misma manipulación de los laboratorios científicos conducidos por humanos, quizás se les escapó, quizás lo dejaron irse, quizás sea la misma sopa de murciélago preparada en Wuhan (China), quizás…


Ahora, no cabe duda que nos arrodillamos ante el COVID-19 como consecuencia de nuestro accionar irresponsable, la humanidad juega con la vida.


Los medios de comunicación, de forma penetrante y hasta irrespetuosa, nos avasallan con noticias tremendistas. Nada bueno estamos viviendo y nada bueno está por venir, eso nos dicen. Ahora, creo que debieran hacer un esfuerzo, no tanto…, y mostrar noticias alentadoras que tienen que ver con el actuar solidario de ciertos sectores de la comunidad, hacer hincapié en el número de recuperados, tender redes sociales para quienes sufren de enfermedades adictivas y psicológicas, llamo a la contención social de los medios y no a la destrucción emocional.


El 2020, es el año del virus, muertes y profundísima crisis económica. ¿Hemos perdido nuestro ser?¿Hemos perdido nuestras fortalezas?¿Hemos perdido nuestra intimidad?¿Hemos perdido la capacidad de sentir?¿Hemos perdido…? Cada uno tendrá su experiencia.


Van pasando los días pandémicos y la sociedad argentina se encuentra largamente “acuarentenada”, y los efectos sociales y económicos florecen como filosos cardos. Asoma y se muestra un nuevo virus, que no enferma a todos por igual, sino que erosiona a los más vulnerables .


Ese virus, es la desidia de décadas de la dirigencia argentina, el populismo en sus diversas formas está mostrando sus estragos. Ese populismo vacío de contenido pero que centra su energía en intereses corporativos y sectarios que terminan olvidando al soberano.


Faltó una tormenta para que esos cardos filosos terminaran de crecer. Estaban vivos y ocultos, o tal evitábamos verlos. En el siglo XXI convivimos con estructuras urbanísticas de los inicios del siglo XX. Hogares sin agua potable, sin gas, familias hacinadas, pobreza ascendente, es nuestra nueva normalidad.


Por otro lado, la dirigencia, en su gran mayoría y en todos sus estamentos sigue mirando hacia otro lado, alimentando el fuego de una grieta que les resulta beneficiosa, pero que en el entramado social no existe.


El proceso de sanación económico y social será largo y doloroso, pero existe la cura.

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6/7/2020.

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