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#LunesPolítico Es cultural.


La cuarentena no se va a flexibilizar, todo irá siendo sanitariamente y económicamente peor. No tiene sentido repetir como loro lo ya mil veces dicho.


El flamante gobernador, Axel kiciloff, conocido por hacer eternas conferencias de prensa siendo incapaz de redondear ideas básicas, sentenció que la cuarentena irá culminando en los municipios mientras que no presenten casos de Covid-19 en 21 días.


Esto lo veo totalmente alejado a la realidad nuestra. ¿Por qué? Por dos motivos.

1. Si no testeas a todos los habitantes de tal municipio, es imposible saber si verdaderamente no hay casos.

2. Con el paso del tiempo nos dimos cuenta que no hay patrones predeterminados para enfrentar a este virus. Perú hizo mucha cuarentena y tuvo horrendos resultados, Uruguay no llevó a cabo ni un día de confinamiento obligatorio y está volviendo a la normalidad paso a paso. Entonces, encerrarte por una eternidad, tampoco garantiza buenos resultados.


Al ver en varias conferencias de prensa tal autoritarismo a la hora de hablar del confinamiento obligatorio, interiormente me di por vencido; como dijo el presidente, durará lo que tenga que durar.


En parte, me da cierto enojo cómo tales formas son fácilmente aceptadas en la gente y cómo los políticos afirman esto con total normalidad. No me molesta el hecho en sí, me molestan las formas. Me molesta la tibieza.


Creo que este mensaje justifica -de trasfondo- nuestro atraso como país y como sociedad.


El hecho de no querer adaptarnos a vivir con el virus entre nosotros demuestra la vagancia cultural que tenemos los argentinos de nunca progresar, de nunca evolucionar. Esto más que nada se lo culpo a la casta política, no a quienes trabajan y no se lo permiten los de arriba.


Estas formas de estancamiento no se ven solo hoy en día en la pandemia; esto puede ser adaptado en cualquier ámbito en el que entre en juego la política o una masa grande de la sociedad. Los resultados son innegables, están a la vista. Imagine uno cualquier circunstancia.


La realidad que más me molesta no es la clara recesión que tenemos, en comparación a nuestros países hermanos -y más en este último tiempo-. Lo que más me duele es la poca capacidad de evolucionar de los argentinos. Evolucionar en cualquier cosa que se nos venga a la mente. El simple hecho de hacerlo.


¿Desde hace cuánto tiempo tenemos los problemas estructurales que afectan a nuestro crecimiento (o decrecimiento) como país?

Las discusiones son siempre las mismas: El dólar, la inflación, la deuda, la pobreza, el desempleo, la corrupción.


Se culpa al individuo. Año tras año cambian los individuos, año tras año se mantienen los errores, sean de uno u otra forma.


Si tenemos siempre las mismas falencias, ¿no será algo más?, ¿algo cultural? Desde mi punto de vista es algo que lo vamos heredando como ciudadanos. Lo tenemos determinado.



Heredamos los errores y también heredamos la costumbre a que nos vivan cagando. Si es algo que vivimos desde que tenemos uso de razón, ¿por qué nos quejaríamos? Es normal en nosotros, lo llevamos en nuestro ADN, ¿o no es así? Si no es así, de ninguna forma hasta el día de hoy lo hemos demostrado, eh.


Hace poco vi un monólogo de Tato Bores, en canal 9, del año 1962 y les puedo jurar que parece un monólogo adaptado a la actualidad. Nombrando los mismos problemas que tenemos hoy en día, la única diferencia era que nombraba a diferentes protagonistas.


Los lunes en Encolumnada parece como si viniese un hater a contar todo lo malo que le pasa al país; les redacto lo que me preocupa de nuestra realidad política -que actualmente pocas cosas no son-. Si tuviese algo mejor para contar, se los contaría.

No busco pegarle a nadie sistemáticamente ni ser negativo, pero si veo que algo no se encamina, lo tengo que contar y desarrollar desde mi perspectiva.


Para cerrar esta extensa columna, lo que pido es que evolucionemos, no nos ahoguemos en un vaso de agua. Si otros países pueden progresivamente ir adaptándose a vivir con el virus ¿por qué nosotros no?

No podés pretender que no hayan casos en 21 días para ir abriendo cada municipio. Este virus tira para rato y vamos a tener que aprender a convivir con él, cueste lo que cueste, duela lo que duela.


Evaluemos las consecuencias de cada decisión, no sea cosa que nos demos cuenta tarde y no podamos volver atrás…


D.F.A. 8/6/2020.

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